Una prueba rápida de conocimientos: ¿cuál fue el coche más rápido de la década de 1990? Te damos una pista: ¡era británico!
La palabra de moda de la década de 1990 era «velocidad», sobre todo referida a la velocidad máxima absoluta. Sin embargo, esta sed de velocidad no fue únicamente cosa de la década de 1990: comenzó poco después de que se inventara el automóvil.
Entre 1951 y 1958, la empresa española Pegaso construyó automóviles deportivos que desafiaban a Ferrari, Jaguar y otros. Sin embargo, solo fabricó 68 automóviles en total, por lo que posiblemente nunca antes hayas oído hablar de ella. Es una pena porque la empresa creó algo realmente interesante.
El Z-102 fue uno de los automóviles más rápidos del mundo en ese momento, capaz de alcanzar los 240 km/h. Pero era un coche caro. Rafael Pueche, propietario del Pegaso de 1955 que aparece en este vídeo de Petrolicious, comenta que el Z-102 cuesta el doble que un Ferrari equivalente de su época y unas cuatro veces más que un Jaguar XK120. El gobierno español puso fin a la producción del deportivo Pegaso cuando se dio cuenta de lo caro que era fabricarlo y venderlo.
Entonces, volviendo a la prueba rápida de conocimientos: ¿cuál fue el coche más rápido de la década de 1990? Si dijiste el Jaguar XJ220, casi aciertas. Si dijiste el McLaren F1 (coche de carretera), felicítate. El McLaren F1 fue único en su diseño con el conductor situado en la parte delantera y central del automóvil. Propulsado por un motor V12 de 6,1 litros, el McLaren F1 no solo alcanzaba los 320 km/h, sino que también los superaba, con una velocidad máxima de ¡386 km/h!
Pero, antes de que te emociones, a pesar de todos sus logros en ingeniería, el McLaren F1 no fue el coche británico más rápido de la década de 1990. Ese honor fue para Thrust SSC, que el 15 de octubre de 1997 en las salinas del desierto de Black Rock alcanzó la asombrosa velocidad de 1.228 km/h. Tal fue el dominio de Thrust SSC que aún sigue manteniendo el récord absoluto de velocidad en tierra hasta el día de hoy, unos 26 años después. Thrust SSC tuvo que completar dos carreras, en un periodo de tiempo establecido, a lo largo de una milla (1,6 km) y, de hecho, rompió la barrera del sonido en cada carrera. ¡Fue el primer vehículo terrestre en lograrlo! Al romper la barrera del sonido, Thrust SSC creó un estampido sónico que se escuchó claramente de un lado al otro de las salinas y más allá. Las especificaciones técnicas del Thrust SSC son sorprendentes, con sus 16,5 metros de largo, su peso de más de 10 toneladas, y sus dos motores turbofan Rolls-Royce Spey de postcombustión que le dieron un empuje total de 223 kN, equivalente a unos 102.000 caballos de fuerza de frenado.
Aunque no fue diseñado con la aceleración en mente, ¡era capaz de alcanzar las 160 km/h en unos cuatro segundos y, a máxima velocidad, consumía 18 litros de combustible por segundo! Hoy en día ha decaído el interés mundial por la velocidad máxima absoluta y ahora se prioriza más bien el tema del consumo que el de la velocidad, pero aún existe un rayito de esperanza de lograr el próximo objetivo en los esfuerzos por batir el récord de velocidad en tierra: el hito de las 1.000 millas/h (1.600 km/h). Con este objetivo que viene avanzando como puede un proyecto desde hace años. Para conseguir una gran velocidad, se requiere un gran proceso de ingeniería, pero pregúntale a cualquier ingeniero que se precie qué se necesita para lograr una gran velocidad y probablemente te dirá: «datos, ¡y muchos!».